Charles Robert Darwin postuló que todas las especies de seres vivos han evolucionado con el tiempo a partir de un antepasado común, la teoría del origen común. Y la diversidad que se observa en la naturaleza se debe a las modificaciones acumuladas por la evolución a lo largo de las sucesivas generaciones mediante un proceso denominado selección natural.
Una buena parte de la comunidad científica acepto esta visión de la evolución, dado que daba coherencia al conocimiento existente sobre el mundo vivo y las teorías sobre la evolución existentes con anterioridad. También por parte del público hubo aceptación en vida de Darwin, aunque se generaron grandes controversias en ambos ámbitos que llegan hasta hoy. El libro generó un debate científico, filosófico y religioso de primer orden. Acalorados debates que se reflejaron en la prensa popular. Se tradujo a multitud de idiomas en los primeros años, lo que lo convirtió en un libro científico fundamental.
En los años 1930 se presentó la tesis de la síntesis evolutiva moderna, la cual integra la teoría de la evolución por selección natural, la herencia mendeliana, la mutación genética aleatoria como fuente de variación y los modelos matemáticos de la genética de poblaciones.
Aunque el tema del origen del hombre no está recogido en el libro del Origen de las especies, la mención de Darwin de que ayudaría a entender mejor la evolución de la especie humana, tuvo una reacción en el ámbito popular, en los periódicos y revistas de la época través de caricaturas y sátiras, solo superada por la publicación años antes de los Vestigios (Vestiges of the Natural History of Creation) de Robert Chambers publicado en 1844) donde ya se abordaba el parentesco entre el hombre y el mono. El vínculo genealógico entre el hombre y otros primates enfrentó a la comunidad científica. En 1871 Darwin publica El Origen del hombre.
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